De Cómo Llegamos Hasta Aquí
(éramos felices y no lo sabíamos)
Junio 2020
Arturo Cariceo
Belén Mogrovejo
Carlos Vaca
Freddy Guaillas
Omar Puebla
Patricio Palomeque
Rosa Jijón
Sara Roitman
Comisariado por Hernán Pacurucu
Proyecto en colaboración con el Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC) en Guayaquil.
“Podemos esperar que las epidemias virales afecten a nuestras interacciones más elementales con otras personas y objetos a nuestro alrededor, incluyendo nuestros propios cuerpos, evitar tocar cosas que puedan estar (invisiblemente) sucias, no tocar ganchos, no sentarse en los asientos de los inodoros o en los bancos públicos, evitar abrazar a las personas o estrechar sus manos. Incluso podríamos ser más cuidadosos con los gestos espontáneos: no te toques la nariz ni te frotes los ojos. Así que no sólo el estado y otras agencias nos controlarán, también debemos aprender a controlarnos y a disciplinarnos. Tal vez sólo la realidad virtual se considere segura, y moverse libremente en un espacio abierto estará restringido a las islas que son propiedad de los ultra-ricos.”
Salvoj Zizek
Pandemia
Y justamente en tiempos estos, tiempos difíciles, tiempos de coronavirus[1], es cuando nos enteramos que el capitalismo avanzado (en su formato más deleznable y cruel como lo es el neoliberal) nos ha arrebatado lo único que nos quedaba; entendido como última frontera de resistencia, los besos, los abrazos, las caricias, el contacto con el otro, hoy mientras el virus se propaga, y la aproximación es un delito, pareciera que las profecías del dios del capitalismo se cumplen, alejarse del otro, separarse del otro, odiar al otro, mirar al otro de forma sospechosa como si el otro fuera el enemigo, como si el otro cargara la culpa del mundo, huir del otro, y finalmente no tener reparo en lastimar al otro[2].
Encerrarse es la consigna, desconfiar es lo “sano”. Mientras las protestas sociales iniciadas con los movimientos indígenas del Ecuador[3], reproducidas por varios países y mantenidas por los ciudadanos chilenos en su afán de justicia social e inauguradas en el mismo lugar en donde, como donde, como dice uno de los carteles de los manifestantes “si aquí nació el neoliberalismo aquí va a morir”. Dichas manifestaciones grupales, colectivas y afectivas, hoy se ven opacadas por decretos de toque de queda y de restricción como medidas prioritarias para contrarrestar la pandemia, ¡vaya ironía de la vida!, mientras las protestas sociales proliferaban y se masificaban de forma exponencial, en lo que consideramos una lucha honorable de reclamos justos sobre temas de equidad económica, equidad de género, etc. Por otro lado, el virus también usa las estrategias de reproductividad pandémica para entremeterse en el cotidiano (y con un uso estratégico de la política viciada), de apagar dichos vínculos idealistas en un retorno a la más infame individualidad.
Entonces y gracias a ello, se logró desvanecer todo intento de reunión, de colectividad, de comunidad, porque la comunidad acarrea consigo formatos de resistencia, de rebeldía, el neoliberalismo nunca apuesta a lo colectivo, menos a lo afectivo, dado que, su poder radica en la competencia, en mirar al de al lado como el enemigo, como su competencia, como el reto a superar. Cuando entramos a un centro comercial o a un evento masivo (tipo concierto, museo, cine, teatro, etc. de corte comercial) lo que tenemos son “grupos juntados” de individuos que no forman un todo, son simples células que actúan no por un fin grupal, sino como conjunto de entes, cada uno con el fin último, el de consumir, de adquirir algo en beneficio suyo, de satisfacer sus necesidades objetuales, sensoriales, auditivas o visuales, para regocijo propio, por tanto el neoliberalismo solo te da un simulacro de colectividad.
Porque para el capitalismo avanzado y con ello el neoliberalismo, no existe peor cosa que la comunicación transversal, ahí es donde se gesta la rebelión, al capitalismo avanzado le preocupa un grupo de gente reunida para reflexionar, para indagar, ya que el éxito de este modelo es masificar al ser humano para que este consuma, entonces el dominio está en “resetear” al individuo para obtener una amalgama seriada de especímenes con los mismos gustos, mismos deseos y mismos anhelos, para en ellos inducir esos gustos, deseos y anhelos a manera de producto de mercado y desde luego al final de todo, vendérselos.
Hernán Pacurucu C.
Crítico y curador de arte contemporáneo.
[1] El coronavirus puede reproducir más de 100.000 copias en pocas horas.
[2] El desarrollo del nacionalismo y demás vertientes racistas logra su objetivo únicamente cuando convence al ignorante de que el prójimo es el culpable de la desgracia, solo después de eso, el instante que separamos los vínculos afectivos con el otro para hacerle el culpable, solo ahí podemos conciliar un efectivo germen donde puedan brotar semillas de xenofobia.
[3] Protestas que arrancan en octubre del 2020 y que muestran a grupos de indígenas marchando día a día hacia la capital, en un estallido social que determinó que el presidente retire de forma obligatoria las medidas impuestas bajo la tónica de un Fondo Monetario Internacional presionando detrás del telón.
Arturo Cariceo
Si todo esto de los GIF empezó, hace décadas, porque los vídeos pesaban demasiado para la web, cuando todo esto cambió, en los tiempos de las redes sociales, los GIF en clave de "memes" no sólo dieron un nuevo aire a la animación limitada, también demostraron que la producción de imágenes en movimiento se había democratizado, por lejos y remoto que estuvieras de la gravedad del mundo del arte y de los caprichos geopolíticos del planeta. Cuestión de la que siempre el "Do It Yourself" andino tuvo consciencia.
Arturo Cariceo y Hernán Pacurucu
ZONA DE TURBULENCIA
Belén Mogrovejo
Y NO ES POR UN VIRUS
Serie cronológica de ''redibujos'' de fotografías de diferentes estudiantes que salieron a las calles a protestar por una educación de calidad en un país que tiene políticos que parecen buscar excusas para robar.
Ls fotografías elegidas fueron recuperadas de cuentas de Instagram: @sinetiquetas961 @mateocoelar94
Carlos Vaca
INPUT
En la interacción humano-computadora, la entrada es la información producida por el usuario con el propósito del control del programa. El usuario comunica y determina qué clases de entrada aceptarán los programas (por ejemplo, secuencias de control o de texto escritas a máquina a través del teclado y el ratón).*
Este breve gif traslada la anterior definición al momento actual, cuando utiliza el texto como una imagen rápida y contundente; al acoplar una palabra como complemento de otra sin estar en la misma superficie o plano.
*Texto extraído de Wikipedia.
Freddy Guaillas
かんきん
Omar Puebla
FLOW
El encierro puede ser tortuoso o no dependiendo de las circunstancias: nivel económico, soledad, edad, ubicación geográfica, grupos vulnerables, acceso a servicios y demás. Aquí es donde el arte ha demostrado ser imprescindible para sobrellevar el confinamiento o ¿se puede imaginar un día sin música, vídeos, literatura, cine, teatro y demás artes?
Bailar es una acción que se la puede hacer en la soledad o no, con música o sin ella, en el exterior o en el interior. No necesita de mayor tecnología, solo el cuerpo, que es, al fin y al cabo, lo único que queda cuando nada queda.
Patricio Palomeque
¡POR QUÉ UN FUEGO SE HA ENCENDIDO!
"Si fuera un hombre con un poco de orgullo, honor, ambición, etc., todo esto me parecería el último peldaño de la degradación.”
Henry Miller.
Rosa Jijón
FASE DUE
Un selfie icónico, obligatorio para todo turista que se respete que viene a Roma, hoy con la COVID-19 adquiere otra dimensión. No la sustracción temporal y efímera del significado, ni la abstracción provocada entre el lugar y su historia, consecuencia final de las dinámicas del saqueo y mercantilización del turismo de masa, que se nutre de la extracción simbólica de valor. No aquella que Achille Mbembe en su último libro “Brutalisme” denomina regreso al animismo, en el cual el ego individual permanece en el centro y lo demás deviene en el objeto, y en el cual coteja el brutalismo arquitectónico con la transformación permanente y constante del mundo de lo humano y lo no humano.
Lo que emerge es la recuperación del signo auténtico, libre de la capa asfixiante que lo sumergía. La desaceleración que se contrapone a la velocidad del disfrute, del movimiento, del tráfico. La oportunidad de perderse en la ciudad sin multitudes. Un flâneur al revés para reivindicar su derecho a la ciudad.
Roma.