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Victor Hugo Bravo

HORDA non ORDEN

3 - 30 de noviembre, 202I
Museo Castillo de Mata.
Sala 4

HORDA

Denomina a aquel grupo de gente, generalmente armados, y que actúan sin ningún tipo de moderación, organización y disciplina.

Si bien como ya señalamos el comportamiento de la horda es más bien elemental y rudimentario, debemos destacar que no ha desaparecido totalmente y es habitual que las personas, en algunas circunstancias, actúen de esta manera olvidándose por cierto que existen normas que respetar en una sociedad.

 

Es necesario destacar que la visión del arte en clave antropológica o humanista ha sido el factor más determinante en la configuración de una visión de lo estético que promueve el olvido de que el humano se ha constituido en la textura de la animalidad, y que lo sigue haciendo. En efecto, el primado de una consciencia humanizada y un lenguaje por sobre lo pulsional, lo fisiológico y lo somático nos ha hecho creer que la creación y el arte son manifestaciones exclusivas del hombre. Sin embargo, las infinitas morfologías presentes en la naturaleza, como también las múltiples maneras en que nuestra biología pervierte los códigos genéticos creando malformaciones, texturas y colores inimaginables para la mente del hombre son una prueba de que nuestra humanidad no es el origen, sino la simple heredera de esa potencia de creación impersonal cuya característica principal es no requerir razones ni fundamentos que justifiquen o den significado interpretable a sus desmesuradas y arbitrarias creaciones.

 

No solo lo pienso o creo porque dentro de la propuesta de Victor Hugo Bravo, la figura de lo animal, los insectos, las bacterias y todo aquello que distorsiona la figura del hombre y la convierte en un hibrido chocante adquieren una presencia que iguala o incluso supera en protagonismo los signos de nuestra cultura occidental, sino porque, al ver detenidamente sus instalaciones, es imposible no percatarse de la similitud que sus tácticas de apropiación de los espacios expositivos tienen con las formas en que las bestias marcan su territorio o construyen sus nichos y madrigueras.

 

Función de firma o marca territorial análoga tienen el camuflaje, la mancha o la mácula, los símbolos y los iconos políticos, los objetos y las múltiples y atroces imágenes del cuerpo presentes en el trabajo de Víctor Hugo Bravo. Pero, además, estos elementos plásticos se convierten en fuerzas artísticas impersonales que, de manera simultánea, desatan el miedo y la fascinación en el espectador, provocando su huida o su captura definitiva. Así, al parecer, para este artista el arte contemporáneo no es un medio para vehicular ideas, conceptos o contenidos que refuercen la humanidad del sujeto o den expresión estética a su mala conciencia.

 

En la salvación de lo bello Byung Chul Han observa que “lo pulido, pulcro, liso e impecable es la seña de identidad de la época actual”, enfatizando que estamos en un contexto social en el cual “toda negatividad resulta eliminada” Este régimen estético lustroso y sin contrasentidos en el que coinciden “las esculturas de Jeff Koons los iPhone y la depilación brasileña” es lo que el yo mutante de Bravo desafía. Su posicionamiento de un sí mismo informe o acéfalo solo obedece a la necesidad de hacer visible el lado b de lo real que gran parte del arte contemporáneo se afana en tapar, velar u ocultar Porque, para el artista, lo real contemporáneo, sumido en lógicas de mercado y sometido al imperativo de una felicidad prefabricada, está plagado de paradojas y en particular está lleno de disonancias y contraproducencias. De este modo, su identidad zombi, dado que en su obra todo ocurre a manera de plaga, por infección y mordedura de temas se plisa y se revuelca en lo abyecto con el único objetivo de hacernos visibles los horrores que traman la jovialidad posmoderna y contemporánea.

Mauricio Bravo.

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