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Antonio Guzmán

EMBLEMÁTICA ESCOLAR: Banderines, mapas y estandartes

23 de septiembre - 19 de noviembre, 2022
Fundación Francis naranjo. Las Palmas de Gran Canaria, España.

Comisariado por Juan Peralta Berríos

Antonio Guzmán es un artista polifacético, oriundo de la región chilena de Valparaíso, integró la promoción de pintores portugueses hacia los años 1990 en su ciudad natal, desarrollando discursos desde la condición de artista periférico. Comparte su tiempo con la práctica docente. 

Sus propuestas están conformadas por cuerpos visuales que comparten diversos medios como performance, pintura, dibujo, acuarela, video arte, etc., cada una de ellas estructuradas sobre una sólida base conceptualista que, de la mano con su perspectiva social, desarrollan un mensaje crítico proyectado al cuestionamiento de los sistemas educativos desde el arte. 

Con su proyecto instalativo “Cómo enseñar (arte) a un conejo de peluche” (2013) las relaciones de subordinación y castigo, regulación y autorregulación del educando, se hace evidente en una gran pintura donde el burro (profesor) representante de la institucionalidad educativa se muestra reprimiendo y maltratando al alumno enmascarado. En esta propuesta la presencia de la escultura de un burro sosteniendo un conejo de peluche plantea toda una paradoja: en principio, alude a la acción realizada por el artista alemán Joseph Beuys con un conejo muerto a quien trataba de explicarle sobre el arte y la complejidad sobre la creación contemporánea. 

En el caso de Guzmán, la imagen icónica de Beuys adquiere una reflexión compleja y política, tratándose del empleo de referentes, apropiación y resignificación, la que se inserta en una realidad crítica al referirnos a la región sur y lo que representa ser un artista en estas sociedades que han crecido entre la violencia, la dictadura, las crisis económicas y políticas, siendo el arte minimizado por las instituciones oficiales. Con esto, se hace notar lo difícil que cuesta hacer arte desde el sur y más aún desde Valparaíso.

En “Escuela de Instrucción Didáctica” (ca. 2018) y sus versiones siguientes “Escuela de Instrucción Didáctica: Aula segura” (2019) y “Escuela de Instrucción Didáctica: Lección de geografía” (2021), los contenidos conceptuales aparecen sistematizados y maduros con respecto a sus muestras anteriores, poniendo énfasis en los fantasmas que guarda la educación formal, aún después de la acción liberadora republicana, en este caso chilena. 

El término “instrucción”, como bien sabemos, refiere a reglas y normas que son el resultado de imposiciones institucionales verticales y si bien tiene sus raíces en los períodos de conquista y virreinato en América Latina, aún se mantiene el espíritu centralista y hegemónico: un sistema que en síntesis se erige como una forma de control desde la educación, desplazándose hacia los ámbitos mental, corporal y de identidad sociocultural.  

A pesar de la fundación de la República, no se logró amalgamar una síntesis de las influencias culturales y de los conocimientos y saberes tanto foráneos como propios, bajo la instalación de un sistema sui generisregional que se proyectara desde la autogestión. Muy por el contrario, quedaron remarcadas estas diferencias e instaladas en nuestras instituciones proyectándose la copia de modelos europeos y norteamericanos y consecuentemente, “el blanqueamiento” (alienación) viene a presentarse como un reflejo de dichos fantasmas colonialistas. 

Tras estas expresiones y acciones se traslucen los ideales democráticos modernistas y que, en periodos actuales, como a la referida pos-pandemia, se remarcan aún más dichas diferencias socio económicas y culturales dejando en evidencia las políticas culturales proyectadas al consumo de modelos y estéticas importadas y las acciones sospechosas de los grupos vinculados a las economías y monopolios.  

En su propuesta expositiva “EMBLEMÁTICA ESCOLAR. Banderines, mapas y estandartes” presentada en la galería de la Fundación Francis Naranjo en Las Palmas de Gran Canaria (España), todo lo expresado anteriormente pareciera insertarse finamente aquí, aportando hacia la consolidación de su proyecto artístico crítico, político y de línea social desde su reflexión en el ámbito de la educación y de manera precisa, la educación en el arte.

A su vez que vemos el trabajo conceptual artístico caminado de la mano con la sostenibilidad de su línea gráfica y el sentido irónico de su lenguaje que se hace notable al incorporar frases populares como “el que no corre vuela” o “ojo al charqui” (atento a la situación) como un estado de alerta al que la población está ya presta ante cualquier maniobra política y engañosa de parte de las autoridades o mediante la incorporación de referentes artísticos internacionales obligados a tener en cuenta para el mundo del arte y el artista o el joven en formación, solo que aquí resulta parte de su estrategia, al darle un giro en su significado, volcándolo como parte de su discurso de humor irónico o sarcástico que es la forma en que miramos y actuamos como parte de las  sociedades latinoamericanas que somos. 

El proyecto entreteje unidades simbólicas cada una con significación propia, valiéndose de la representatividad en el imaginario colectivo: Banderines, estandartes y mapas, todas ellas, siendo elementos comunicativos empleados en los procesos educativos y en algunos casos usados en las celebraciones oficiales. De ello se vale Guzmán para presentar 4 unidades de trabajo, articulados.

La serie de banderines y estandartes bajo el título “Variaciones simbólicas”. En ella aparece representados estudiantes en acciones diferentes (agachados, de pie o arrodillados o en situaciones de incertidumbre), llevan alguna máscara con cabeza de burro y otros, en su mayoría, una caja de cartón en la cabeza sin ojos en alusión a la precariedad y a la búsqueda del control social desde la anulación de la visión y esto, tiene que ver con el programa de donaciones de víveres del gobierno chileno para apaliar la Pandemia. También aparecen elementos referenciales como el urinario de Marcel Duchamp o la pipa del artista surrealista Rene Magritte, el “Libro rojo” de Mao, instrumento de enseñanza ideológica proyectada a las masas en China hacia los años 60 y la esvástica, elemento icónico del movimiento nacionalista alemán, el nazismo y la lucha por el triunfo y dominio de la raza aria. Todas las simbologías son convertidas en elementos sospechosos de control y dominación.

Por otro lado, un dibujo mural se realizará en la misma sala como un acto de intervención. Presencia y huella de lo que representa la posibilidad del arte a desplazarse en otros soportes y lugares, no necesariamente académicos y que deja su marca para generar una memoria de esta acción e intervención, como parte de una ritualidad artística desde el sur. 

Por otro lado, las láminas llamadas “Palíndromos”, son mapas Mundicrom que bajo el título del conjunto “Sacude y educas”, son presentados como una alternativa de asumir el proceso educativo, desde la reflexión y la perspectiva decolonial, crítica y liberadora. La importancia de ubicarse o pensarse desde el sur, se alinea hacia propuestas como la de Joaquín Torres García mediante su América invertida y como parte de su “universalismo constructivo” y la posición política del artista de asumir una posición liberadora del arte desde el Sur: “El Norte está en el Sur” y no en el norte.    

Finalmente, el vídeo “Astay. Cartografía” (2019) en que el artista vestido con mandil blanco típico traje de profesor de arte, pasea por las calles de Quilpué, cargando una silueta de burro y tocando una campanilla, acompañado de un personaje quien carga un estandarte con inscripción: “Escuela de Instrucción Didáctica” generando una ritualidad extraña (recuerda a las ritualidades andinas de permiso o agradecimiento) pero que se vincula con situaciones de sumisión y dependencia desde el arte, más aun tratándose de una ciudad alejada de las grandes urbes, retomando estas relaciones de centro-periferia de la que se hablaba hacia mediados de la década de 1980 como parte de la producción del arte latinoamericano frente a los espacios hegemónicos del arte.  

Para cerrar esta presentación, citamos al propio Antonio Guzmán respecto al trasfondo de su proyecto que refuerza la idea del artista que sigue una posición conceptualista, muy propia de aquellas generaciones que crecieron en medio de la dictadura chilena, permitiéndoles el desarrollo de lenguajes y propuestas con una fuerte carga de lucha política y social: La educación nacional, por consiguiente, no tiene un espíritu nacional: tiene más bien un espíritu colonial y colonizador. Cuando en sus programas de instrucción pública el Estado se refiere a los indios.

 

Juan Peralta

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